Cooperación internacional
Labor humanitaria: ser médico en otro mundo
Una inquietud solidaria ha movido al doctor Andrés Camprodon a ayudar humanitariamente, en el ámbito de la cirugía ortopédica y la traumatología, a las personas de regiones desfavorecidas de nuestro planeta. Esta inquietud ha supuesto estancias en hospitales precarios y, en ocasiones, experiencias azarosas, pero siempre han constituido vivencias gratificantes.
En septiembre de 1992, inmediatamente después de obtener el título de especialista realizó su primera actividad de cooperación internacional en Gitega, Burundi, donde existía una tasa muy elevada de personas con discapacidad a consecuencia de las duras condiciones de vida que se veía obligada a soportar la población.
La cooperación humanitaria siempre ha resultado una empresa extraordinariamente satisfactoria, pues para algunas personas de regiones desfavorecidas, la práctica voluntaria y desinteresada de cirujanos ortopédicos es la única posibilidad de someterse a operaciones capaces de resolver un problema de salud de otro modo irresoluble.
«Creo que de alguna manera es nuestro deber devolver a la sociedad, a los más desfavorecidos, aquello que la sociedad nos ha dado». Dr. Andrés Camprodon

«Vivimos en una región del mundo con abundancia de recursos, hay otros países en los que la gente muere por enfermedades y dolencias de las que hace tiempo que aquí no se muere nadie». Dr. Andrés Camprodon
El doctor Andrés Camprodon ha «contagiado» a un equipo de profesionales de la salud de su entorno de trabajo (cirujanos, médicos, enfermeras, osteópatas…) con los que ha cooperado en programas de tratamiento médico y quirúrgico en países con escasos recursos sanitarios, con objeto de mejorar las condiciones de vida de las personas.
«Los últimos días de estancia en un país, después de trabajar desde las 8 de la mañana hasta 8 de la noche en unas condiciones a veces precarias, descansando y comiendo poco, son los momentos más duros. A veces se forman largas colas de personas que vienen de muy lejos, con un niño o un familiar, para que lo operemos. Nos preguntan cuándo vamos a volver. Saben que somos su única oportunidad. Resulta difícil marcharse y dejarlos atrás».
El Dr. Andrés Camprodon compagina su vida profesional con el voluntariado altruista.

«En una ocasión, en Burundi, tuve que ser asistido en quirófano por dos monjas polacas que habían encontrado un bebé de 2 meses protegido bajo el cuerpo de su madre muerta. Una bayoneta le había seccionado medio muslo y tuvimos que amputarle la pierna». Dr. Andrés Camprodon
La cooperación internacional: cómo es un hospital en otro mundo
«La cooperación siempre es gratificante, recibimos más de lo que damos». Dr. Andrés Camprodon
Es necesario aumentar la conciencia del enorme impacto que tienen las enfermedades y las lesiones musculoesqueléticas en los países pobres, que se debaten además en una lucha contra enfermedades infecciosas, como la tuberculosis, la malaria o el sida.
Como cirujano ortopédico, el Dr. Andrés Camprodon aprovecha la oportunidad para impartir formación en los países en que coopera, pues es consciente de que, en última instancia, tendrá un impacto más duradero y sostenible en el sistema local de salud.
Es necesario formar profesionales de la salud en los países en desarrollo; esto sigue siendo un problema mundial sin resolver. Las necesidades de equipamiento e instalaciones en estos países crecen cada día.
El 75% del mundo no tiene acceso directo a un cirujano ortopédico.
En algunos países la ratio médico/paciente es de 1 a 77.000. La ratio cirujano ortopédico/paciente es aún más escandalosa. Por ejemplo, cuando el doctor Camprodon cooperó humanitariamente en Burundi solo vivían tres traumatólogos, y dos de ellos no se desplazaban de la capital (Bujumbura).
«Cuando viajamos procuramos llenar la maleta de medicamentos y de todo aquello que consideramos que puede resultar de utilidad. La práctica de la medicina y la cirugía cambia en los países donde cooperamos; nos encontramos a veces un calor agobiante, jornadas maratonianas, con que no sabemos si dispondremos de los medios necesarios para la cirugía ortopédica…
Todo es inmediato y requiere solución. Hay que resolver los problemas tal y como se presentan, improvisando medios, entre una constante afluencia de pacientes que provienen de lugares a veces muy lejanos a donde nos encontramos.
Los casos que atendemos diariamente en una jornada de cooperación en un país en desarrollo varía, pero en un día un cirujano ortopédico puede visitar unos 90 pacientes que requieren intervenciones quirúrgicas, es muy difícil seleccionar las prioridades porque no hay material quirúrgico para todos (tornillos, placas, prótesis,…). Además se hace una preselección previa por los médicos lugareños, con lo que el 90% de pacientes presentan casos complejos».